Una escritora de novelas policíacas se sienta en un tren que va hacia Berlín en el mismo compartimento que un hombre fascinante. Al principio se muestra muy reservado y solo intercambian breves miradas. Cuando están solos en el compartimiento, ella logra gradualmente arrastrar al hombre a la conversación e intenta adivinar a qué se dedica, basándose en sus características externas, pero de alguna manera no puede ubicarlo. Con toda seriedad, el hombre afirma ser un caníbal. Esta idea irrita a la viajera y decide tomarse con humor la macabra situación y percibir al supuesto "devorador de hombres" como un loco inofensivo, pero, al mismo tiempo, su imaginación de escritora se pone en marcha.
Una escritora de novelas policíacas se sienta en un tren que va hacia Berlín en el mismo compartimento que un hombre fascinante. Al principio se muestra muy reservado y solo intercambian breves miradas. Cuando están solos en el compartimiento, ella logra gradualmente arrastrar al hombre a la conversación e intenta adivinar a qué se dedica, basándose en sus características externas, pero de alguna manera no puede ubicarlo. Con toda seriedad, el hombre afirma ser un caníbal. Esta idea irrita a la viajera y decide tomarse con humor la macabra situación y percibir al supuesto "devorador de hombres" como un loco inofensivo, pero, al mismo tiempo, su imaginación de escritora se pone en marcha.